El Impuesto sobre el Patrimonio es un tributo directo asociado a las personas físicas y a su riqueza, de gestión autonómica y que tiende a desaparecer en los países de nuestro entorno.
El Impuesto sobre el Patrimonio es un tributo que grava el patrimonio neto de las personas físicas y se calcula en base al valor de todos sus bienes. No debe confundirse con el Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas (IRPF) porque mientras éste grava los ingresos anuales, el Impuesto sobre el Patrimonio lo hace sobre los bienes patrimoniales.
¿Cómo se calcula?
El Impuesto sobre el Patrimonio se calcula sobre el patrimonio neto del contribuyente a fecha 31 de diciembre de cada año.
La base imponible del impuesto es el resultado de restar las cargas y deudas del valor del patrimonio bruto, es decir, se tienen en cuenta los bienes y derechos de los que el contribuyente es titular y se restan las cargas y deudas incluyen las hipotecas, préstamos y otros gastos.
Sobre la base liquidable se aplica el tipo/porcentaje del impuesto a pagar: Al ser un impuesto progresivo los tipos se establecen por tramos y, como está regulado por cada Comunidad Autónoma, existen diferencias. Las Comunidades Autónomas tienen potestad para incluir mínimos exentos, aplicar distintas deducciones y bonificaciones, definir distintos tipos impositivos…
Es un impuesto diseñado para gravar las grandes riquezas.